Hasta que se pase

Son las 19 horas de un Jueves de Abril
Conseguí 2 figazzitas de hace un par de días de la panadería de siempre. 
"Es lo último que quedó, ya se llevaron el resto, perdón", dijo.
Sintiendo, según me parecía, algo de verguenza.
"Está bien, con un poco de té van a estar perfectas. Gracias", respondí.
Se las llevo a mis hijos. Una figazzita para cada uno. 
Al menos van a tener algo en el estomago para irse a dormir. 
Quisiera haber conseguido una más, para mi esposa. 
Ella es buena. Ella es muy buena. Hace 3 días no hace más que tomar mate.
Les guarda lo que conseguimos para comer y el té a nuestros hijos. 
A veces Rosa, nuestra vecina de al lado, la invita a comer.
A veces, cuando su suerte del día lo permite. 
Ella se niega, pero Rosa la termina convenciendo. 
"No vas a poder cuidar a tus hijos si no comés, un poco de arroz, dale"
Yo saqué los restos de una medialuna del tacho de basura a la 
mañana temprano, mientras buscaba algún trabajo o changa, sin suerte.
El hambre ametralla mi estómago.
Son las 20:30 horas de un Jueves de Abril. 
Las figazzitas dibujaron una sonrisa breve en el rostro de mis hijos
"Pa, Ma, podemos dividirlas y comer los 4", dijo el más grande.
"No, no, nosotros ya comimos la nuestra", mentimos. 
Los mandamos a dormir en el colchón que comparten hace ya 1 año, 
cuando nos echaron del trabajo y nos quedamos sin nada.
Los mandamos a dormir rápido, antes de que el efecto corto de 
saciedad de la figazzita pasara y les recordara que seguían con hambre.
Son las 21:30 horas de un Jueves de Abril. 
Nos vamos a dormir, hasta que pase el hambre.
Nos vamos a dormir, para que pase el hambre.

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